Es una locución latina atribuida a Catón, el Viejo, quien la usaba como latiguillo al terminar sus discursos en el Senado romano. Significa "Cartago debe ser destruida", aludiendo a la amenaza cartaginesa durante el siglo II a. C., y a su insistencia en terminar con ella de raíz. Por eso se usa hoy como un ejemplo obsesivo por alcanzar un fin, buscando el apoyo de los pares. Ver ad portas.
"Se supone que la frase era «Carthago delenda est», pero no es seguro que Catón la pronunciara así."